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Saturday, October 29, 2011

Coronamiento de un desastre anunciado

La reciente derrota del equipo cubano de béisbol en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, no es mas que uno de tantos tiros de gracia recientes que rematan el hace tiempo moribundo mito del invencible béisbol revolucionario.
Con la cancelación de la liga profesional de invierno (el último campeonato se jugó en 1960-61) y la creación del INDER en febrero de 1961, Castro heredaba un movimiento beisbolero cubano que se encontraba en su apogeo. No vale la pena hablar de las glorias pasadas, todo el mundo las conoce, pero en ese momento tenían menos de 25 años y ya comenzaban a despuntar en las grandes ligas y las sucursales americanas jugadores como Miguel Cuéllar, Tony Oliva, Zoilo Versalles, Luis Tiant, Dagoberto Campaneris y Tani Pérez, este último finalmente elegido al Salón de la Fama de Cooperstown, y al menos tres de los otros fueron merecedores del mismo honor que por diversas razones se les negó. El béisbol amateur cubano era excepcionalmentre sólido. Sus ligas contaban con excelentes equipos como los del Círculo de Artesanos, Artemisa, Hershey y Telefónicos, de cuyas filas saldrian muchas de las primeras estrellas destacadas en la pelota organizada por el INDER. El equipo amateur cubano se había coronado campeón mundial en los dos últimos campeonatos organizados por la FIBA (Federación Internacional de Béisbol Aficionado), en 1952 y 1953 (no se jugó ningún otro hasta 1963). El béisbol cubano era la base de lanzamiento tanto de figuras locales como de muchos jugadores venezolanos, puertorriqueños y dominicanos. Vivia un proceso de intercambio enriquecedor del que se beneficiaban profesionales y amateurs a la vez.
En esa nacionalización ya estaba inoculado el germen del desastre. Castro aisló al béisbol cubano de todo lo que lo había enriquecido. Decidió utilizarlo como un arma fundamental de propaganda para pregonar la infalibilidad de su sistema y de lo que éste producia. Al principio se benefició no sólo de la rica herencia, sino de la colaboración de muchas figuras importantes de la pelota anterior, como Fermín Guerra, Gilberto Torres, Natilla Jiménez y Ramón Carneado, quienes prestaron sus conocimientos para continuar desarrollando prospectos. El virus no podía notarse en los primeros años, ya que los peloteros en Cuba se dan mas silvestres que la yerba mala.
Pero comenzaba la falta de competencia. A nivel nacional, no habia otra liga que la estipulada y a nivel internacional solamente competían con un nivel muy inferior, los desechos del amateurismo en el Caribe y los colegiales americanos. O sea, los peloteros semi-profesionales cubanos (en realidad eran profesionales mal pagados, ya que lo único que hacian era jugar pelota), se enfrentaban a los caribeños que aun no estaban listos para las ligas menores americanas y a los colegiales americanos que empezaban a desarrollar sus cualidades en medio de un sistema con muchas ligas superiores.
Salir del país para abastecerse de bienes materiales no existentes el pais era la mayor motivación de los peloteros cubanos. Pertenecer al equipo Cuba era lo mas importante. Una vez ahi, eran difíciles de remover. Ya en los setenta eso empezó a mermar la calidad de las competencias nacionales, pues muchos de los jugadores del equipo nacional ponían poco esfuerzo en los juegos de las ligas internas, tratando de evitar lesiones que les impidieran viajar. Empezaron a surgir managers como Servio Borges y Humberto Arrieta, que no tenían conocimiento de otra pelota y sus estrategias eran pedestres. La técnica y la enseñanza del deporte nacional empezó a decaer. A eso se añade que una parte esencial del proceso de selección al equipo cubano era de orden político. Muchos jugadores excelentes como Julio Rojo o Julián Villar, no podían viajar, y otros, como el caso de Félix Isasi, lo hacían porque se utilizaban a sus familiares como rehenes para evitar que desertaran.
Con las estructuras deportivas existentes en aquel momento, los cubanos barrían en cuanto evento internacional participaban. El mito de la invecibilidad de la “superior” pelota cubana se reforzaba y ayudaba a reforzar la propaganda sobre la invencibilidad de la revolución tanto dentro como fuera del país. Nunca se sabrá si los peloteros cubanos entonces hubieran tenido éxito en las grandes ligas. Mucha especulacion se hizo, pero los mismos peloteros estaban inseguros y ninguno se atrevía a desertar. El primero en hacerlo fue Bárbaro Garbey, que salió por el exodo del Mariel cuando despuntaba como estrella en el béisbol cubano. Llegó a formar parte del equipo de los tigres de Detroit que ganara la serie mundial de 1984, pero su carrera fue fugaz  debido a razones que nada tienen que ver con el deporte.
Las fisuras comenzaron a notarse cuando en 1991 René Arocha decidió abandonar la nave cubana para probar suerte en los Estados Unidos. Atrás empezaron a venir otros. La crisis económica de principios de los noventa y la subsecuente dolarización de la economía cubana mostraron, por una parte el nivel mas bajo de degradación social y política del sistema y por otra nuevas formas de conseguir bienes de consumo que no requerían del esfuerzo de una disciplinada vida atlética. La motivación de los peloteros cubanos también comenzó a decaer. Ya ni siquiera ser del equipo Cuba era tan tentador.
Otro golpe decisivo fue cuando la FIBA y los organismos olímpicos permitieron la participación de profesionales en sus eventos. Cuba primero caía derrotada ante un grupo de peloteros de la liga Triple A americana y ya desde el año 2006, en que empezó a disputarse la Copa Mundial, han perdido evento tras evento de manos de holandeses, americanos, coreanos y japoneses. Hace mas de un lustro que Cuba no domina nada en béisbol. Las filas de los equipos nacionales han comenzado a vaciarse con el éxodo ya casi masivo de muchos de sus mejores jugadores, que ya no solamente tienen que saltar la cerca cuando salen de gira, sino que sus salidas se arreglan por diferentes medios para que huyan como “balseros”.
Parte de la propaganda del gobierno era que la liga cubana estaba al nivel de las grandes ligas. Por supuesto, ya eso nunca se podrá corroborar, pero se pueden ver muchas evidencias de la falacia del mito. Después que República Dominicana, Venezuela y Puerto Rico ocuparon el lugar de Cuba en cuanto a abastecer de estrellas a la pelota de liga grande, de las decenas de peloteros cubanos que se han quedados en los últimos 15 años bien poco hay que destacar y sólo se observa una cadena de mediocridades. Cierto que El Duque Hernández y José A. Contreras llegaron en sus treintas a los Estados Unidos y por lo tanto no estaban en plenitud de condiciones, pero sus records de noventa victorias y sesenta y cinco derrotas (El Duque) y de setenta y siete victorias y sesenta y siete derrotas (Contreras), no dan mucho que hablar. Es cierto que en el caso de El Duque hay muchos intangibles que lo elevan a ser un lanzador destacado y apreciado por los equipos. Liván Hernández ha tenido una larga carrera y ha resultado un caballo de batalla, pero también su récord de victorias (173) y derrotas (175) es bien mediocre. Todos los recién llegados han tenido que pagar su cuota de estancia en las ligas menores, en donde aprenden muchas técnicas que desconocían allá. Solamente Alexei Ramírez ha resultado la excepción. Vino directo del equipo Cuba a los medias blancas de Chicago y hasta ahora su ejecutoria ha sido impecable, tanto a la defensiva como a la ofensiva. Todavía está por ver lo que harán prospectos como Aroldis Chapman y Dayán Viciedo. Otras supuestas estrellas del béisbol cubano, como Yuneski Maya, simplemente no han dado la talla en las mayores. Ya eso lo comentan hasta en “La esquina caliente”.
Nunca fui fanático de los equipos cubanos. Para mi no representaban a Cuba, sino al gobierno de Castro y siempre les deseo lo peor (no a los jugadores como individuos). Pero esta herramienta de propaganda ya se ha desmembrado. El aislamiento, la falta de competencia, las intrigas a la hora de seleccionar atletas, la creciente falta de motivación y por supuesto el deterioro de los estadios cubanos han sido algunos de los factores que han llevado, desde 1961, al lento pero seguro proceso de decadencia y caída de la pelota cubana. Lo que vemos ahora es el estrépito. Por supuesto que el talento no se ha ido de Cuba ni ha sido asesinado, eso es ridiculo pensarlo, pero va a tomar tiempo recuperar el nivel anterior. Además, noto en las nuevas generaciones un amor por el fútbol que antes no existía, y puede que otro de los funestos resultados de la megalomanía castrista sea que el béisbol quede destronado como el pasatiempo nacional.

Roberto Madrigal

Saturday, October 22, 2011

Pan duro y negro: una especulación

Acabo de ver la película catalana Pa Negre (Pan Negro) en la inauguración de una serie de Cine Español Reciente en Miami. Pa Negre es la propuesta de España (propuesta, no nominación), entre sendas otras de unos 70 países, para ser consideradas a las cinco nominaciones del Oscar para cintas en idioma extranjero, que se anunciarán el 24 de enero. La película de Agustí Villaronga, que ocurre en 1944 entre los vencidos de la Guerra Civil, puede verse de dos maneras. O es una película descargosa y antigua ideológicamente, en detrimento de lo que pudo ser su verdadero tema (el cual explico después de este paréntesis). O sigue siendo una película descargosa, pero ya no una película ideológica, sino q su intención es dinamitar el discurso ideológico de cualquier sabor y demostrar que detrás de las palabras hermosas solo se oculta el mercenarismo, el asesinato, la pedofilia, la crueldad, el abuso (de parte de malos y de buenos) y el resto no es más que una cortina de humo hipócrita (lo que la acercaría a la definición de "ideología" que daba el joven Marx, el "humanista", más cerca de una visión falsa y desfigurada del mundo). Aunque reconozco que la segunda interpretación se me ocurrió ya en casa y que mi primera reacción visceral fue la primera, la de pensar: Qué película tan declarativa, tan obvia, cuando en lo que debió haber concentrado su ojo bien crudo (que lo tiene) era precisamente en la realidad desideologizada de esos personajes. Pero a lo mejor eso hizo y el precio a pagar es el exceso de palabrería ideológica para descaracterizar la ideología. De todos modos, me pareció una película demasiado conciente de ser una obra de tesis, aun por vía indirecta, digamos, lírica, metafórica, y ese exceso de hacerlo todo tan patente no acaba de gustarme. A lo cual contribuyó la saturación verbal de que, antes de la película, hablaron ocho personas, desde el alcalde Tomás Regalado hasta el director del Festival de Cine de Miami, y uno de ellos, el jefe de una sociedad que vela por los derechos de autor en España y uno de los artífices de la muestra, se pasó pa' la mil diez y su discursó casi emuló el Quijote; tanto que cuando dijo la palabra "finalmente", se vino abajo el teatro en aplausos. Sea lo que fuere, no me impresiona tanto Pa Negre, pero ahí les dejo esta especulación.
 
-- Orlando Alomá

Wednesday, October 19, 2011

Al fin en paz

Ha muerto el poeta David Lago González (Camagüey 1950-Madrid 2011). Su obra quedó limitada a la auto publicación y en consecuencia a una distribución muy limitada. Fue un escritor firme a sus principios y a sus dolores. Perteneció a la Generación del silencio, por lo que sufrió en carne propia la etapa mas dura de la represión en Cuba, que de cierta manera se extendió incluso al exilio. Supo mantener su rabia adolescente hasta el final. Ojalá que la muerte, al menos, ayude a difundir su obra, lo cual se merece tanto como el descanso final.

Roberto Madrigal

Saturday, October 15, 2011

Dos filmes entre el arte y la política

Exceptuando el desastre de Leatherheads (2008), las otras dos aventuras de George Clooney como director mostraban un estilo contemplativo, en el cual a los personajes se les daba tiempo a desarrollar sus cualidades, con un ritmo pausado que convidaba a la introspección y que si bien se mantenía dentro de los cauces del cine convencional, no respondía completamente a los cánones del cine comercial. Era una apuesta interesante que quedaba a medio camino entre arte y espectáculo, que finalmente resultaba frustrante por su timidez estética. Este fue el caso de Confessions of a Dangerous Mind (2002) y de Good Night and Good Luck (2005).
 A pesar de sus obvias referencias y quizá pretensiones de tragedia shakesperiana, con su palmario título, The Ides of March (2011) no pasa de ser una vulgarización modernizada de Julio César, en la cual el único conspirador parece ser mas un torpe espontáneo que se lanza al ruedo por pura emoción, un Bruto sin su entorno, que de fiel creyente pasa a ser, por virtud de una aventura erótica malograda y un acto de estupidez inexplicable, el hombre que se aprovecha de un secreto para chantajear y permanecer a la sombra del poder.
Esta supuesto cuento moralista sobre la política actual, no rebasa ser un modesto y predecible thriller, en el cual un gobernador demócrata de Pennsylvania, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos, moldeado en la persona de la etapa mesiánica de Obama, se ve envuelto en una turbulenta campaña por ganar las primarias del estado de Ohio, cruciales para su candidatura, en la cual predomina la intriga, la traición, la manipulación y el soborno. Nada nuevo, fatalismo pueril. Al final, todo el mundo involucrado en el escenario político, es esencialmente “malo” o corrupto, la política continúa por los medios de siempre. Esta supuesta mirada detrás de la máscara y de la mascarada no trasciende su tema y se queda como una tramita maniquea y moralizante.
Con excelentes actuaciones de Jeffrey Wright,  Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti, asi como aptas interpretaciones de Ryan Gosling, Evan Rachel Wood y del propio Clooney, y con un tema cuyas resonancias pueden verse en las ideas del Tea Party y de los ocupantes de Wall Street por igual, Clooney (que es también co-guionista), carga la trama de detalles y minucias de la campaña política, que sólo confunden, distraen y muestran mucho menos de lo que se puede ver poniendo un noticiero o viendo un pobre documental de la televisión pública. A Clooney se le cayeron los dientes al morder el asunto.
La película ha sido ampliamente mostrada en todos los festivales importantes desde Cannes hasta Toronto. En su reciente estreno en las pantallas de los Estados Unidos, ha sido recibida con tibieza tanto por el público como por la critica, que es exactamente lo que se merece.
Presentada con menos pompa y en exhibición limitada, Circumstance resulta una pelicula muy interesante, que toca un tema (una relación lésbica en el Irán de hoy) que se presta al panfleto y al pancartismo, pero que se decide por el arte, evita las trampas de lo que tentadoramente pudo ser un filme de tesis y termina abarcando mucho mas de lo que se propone.
Con su primer largometraje, la directora iraní-americana Maryam Keshavarz ha logrado un filme perceptivo que se adentra en los enredos de la vida diaria iraní de forma creíble.
Es, a primera vista, la historia de la relación amorosa entre dos adolescentes, Atafeh, quien es una privilegiada hija de profesionales adinerados y occidentalizados, que mantienen cierta influencia en la esfera política y social, y Shireen, estigmatizada por ser hija de unos intelectuales disidentes que tras inicialmente haber apoyado la revolución que eliminó al Shah, fueron asesinados por los ayatolas debido a su ulterior oposición al autoritarismo islámico. Con fervor juvenil, con audacia irresponsable, estas compañeras de bachillerato desafían las convenciones del sistema y hacen planes para consumar su relación. Se mezclan con exilados que regresan al país para conectarse con la contracultura iraní, con los descontentos y con los artistas reprimidos. Viven en su Edén privado hasta que las penetra la serpiente en la figura del hermano de Atafeh, un ex-músico y ex-drogadicto quien debido a su pasado es chantajeado por algunos clérigos para que realice labores de inteligencia barata. Finalmente su máscara se convierte en su rostro y el personaje asume su papel con pasión vital y devastadora.
A pesar de ser un filme de primerizos, ya que ninguna de las protagonistas tiene experiencia como actriz, y casi todo el elenco hace su debut cinematográfico, las actuaciones son todas eficientes. A pesar de la gravedad del tema, Keshavarz se las arregla para esquivar la politización burda y mantener la intención artística por encima de la arenga propagandistica. Sin didactismos, nos transporta a través de un mosaico elocuente de la problemática de la juventud en Irán y de la represión religiosa, mientras que de paso y sin mucha bulla,  desenmascara también la futilidad de las ONG humanitarias.
Por supuesto, la película fue filmada mayormente en el Libano y en estudios, ya que solamente con la carne expuesta y las escenas de amor lésbico, este filme no se hubiera podido producir en Irán.
En Circumstance la política queda atrapada y devorada por la madeja del arte, mientras que en The Ides of March el arte se pierde entre el detalle político insubstancial.

The Ides of March (EE.UU 2011). Director: George Clooney. Guión: George Clooney, Grant Heslov y Beau Willmon, basado en la pieza teatral Farragut North de Beau Willmon. Con: George Clooney, Ryan Gosling, Evan Rachel Wood, Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti y Jeffrey Wright. Se estrena ampliamente en todos los circuitos comerciales de los Estados Unidos.

Circumstance (Francia-EE.UU 2011). Guión y dirección: Maryam Kesharvaz. Con: Nikohl Boosheri, Sarah Kazemy, Reza Sixo Safai y Monica Bellucci. De estreno limitado en los Estados Unidos.

Roberto Madrigal

Friday, October 14, 2011

Tiempo de silencio

No sé si en algún momento habrá pruebas fehacientes sobre las causas de la muerte de Laura Pollán. Conociendo cómo trabaja el gobierno cubano y cómo funcionan sus gendarmes en el Ministerio de Salud Pública y en las organizaciones de represión interna, nada me extraña.
Esta muerte abrupta resulta demasiado oportuna al raulismo. Las Damas de Blanco han perdido su rostro visible y con ello tendrán que luchar para recuperar su impacto político en los medios de difusión internacionales. De estar todo esto relacionado, parece obvio que la gerontocracia ha mostrado sus cartas a quien las quiera ver. Están dispuestos a tomar cualquier medida para prolongar su presencia en el poder.

Roberto Madrigal

Saturday, October 8, 2011

Tras la sombra de Bobby Fischer

Porque eso fue lo que quedó de él. Del niño prodigio que a los doce años ganó el campeonato de ajedrez de los Estados Unidos, a los quince se convirtió en candidato al campeonato mundial y a los veintinueve se coronó campeón mundial; del innovador de quien Kaspárov dijo que “fue el asesino del tablero...el genio solitario que desafió a la formidable Escuela Soviética de Ajedrez...y ganó...quien modernizó todos los aspectos del antiguo juego...” no quedó mas que la sombra delirante de un loco que rabioso despotricaba contra los judíos y el gobierno americano...y contra cualquiera que tuviese una opinión distinta a la suya. La vida de Bobby Fischer se lee como una de las historias mas tristes de los últimos sesenta años.
Lo vi en La Habana, durante las olimpíadas de ajedrez, en 1966, cuando abierta o secretamente todos seguíamos cada uno de sus movimientos ante el tablero, deseando que hiciera trizas al equipo soviético y se alzara con el oro. Por las noches, varias veces lo vi salir de El Escondite de Hernando, donde se emborrachaba solitario, a tres o cuatro mesas del otro campeón, Mijail Tal, quien desde su puesto lo invitaba en vano a compartir las jineteras que lo rodeaban. Serpenteaba Rampa arriba, con el desequilibrio típico del intoxicado, de regreso a su habitación en el Habana Libre. Sus bamboleantes pasos eran seguidos a cierta distancia por dos atentos compañeros de la seguridad del estado, quienes aseguraban que nadie se le acercara. Nunca eran los mismos. No sé si Fischer se daba cuenta, pero es probable que tampoco le importaba. Este espectáculo se repetía casi todas las noches y al día siguiente trituraba a su rival de turno.
La figura de Fischer y todo lo que representó tuvo una enorme influencia en casi todos mis amigos y enemigos, principalmente en quienes con mas o menos destreza jugamos o fuimos aficionados al ajedrez.
Sin ninguna preparación, con muy pocas excusas y quizá como parte de un proyecto personal, en el año 2006 decidí ir a Islandia a intentar encontrar al recluso Fischer y de ser posible, entrevistarlo. Desde que llegué, sabiendo que sólo tenía seis dias a mis disposición, me puse a la tarea de establecer contactos. Llamé al club de ajedrez de Reikiavik, que entonces no tenía local fijo, pero tras demorarse dos días en contestar, me dijeron que no sabían nada de él y que Fischer jamás había asistido a sus reuniones y torneos.
Deambulando por Laugavegur, la arteria principal de la capital, tropecé con un café llamado Babalú. Como el nombre despertó mi curiosidad, entré a ver si de paso obtenía alguna información. El dependiente era un pintor francés que se encontraba disfrutando de una beca del gobierno islandés y con mucha cordialidad me dijo que él tenía idea de dónde vivía Fischer y que lo iba a confirmar con un amigo. También me dijo que los dueños del Babalú eran un finés y su esposa cubana, pero que no vivían en Islandia.
Esa noche entré en el Tapas Bar dispuesto a consumir unos aperitivos pero el español dueño del lugar, se negó a servirme aduciendo de que todo estaba reservado (a pesar de no haber un alma en el lugar por lo relativamente temprano de la hora). Insistí en al menos sentarme en una banqueta del bar, pero de nuevo, a través de su maitre d’ y a pesar de estar parado frente a mi, dijo que no  podía ser porque mucha gente estaba al llegar. Empecé a pensar que a lo mejor tenía algo que ver con mi interés por Fischer. A todos a quienes preguntaba, lo primero que me respondían era que “ha hecho declaraciones muy antisemitas”. Di unas cuantas vueltas y unas horas mas tarde me dirigí al Kaffibarinn, el bar mas popular de Reikiavik, propiedad del director de cine Balthazar Kormakur y donde cada noche se reune el tout Reikiavik. Entre actores conocidos y desconocidos, artistas plásticos, disc jockeys y cantantes, me encontré, por supuesto, al pintor francés, quien para mi sorpresa me había conseguido las direcciones para llegar al apartamento de Fischer. Un poco mas tarde, en medio del gentío, conocí a un ex agente de la Mossad que trabajaba como experto en seguridad para los bancos islandeses (asi se me presentó y asi decía su tarjeta). Entre tragos y descargas me dijo que mas o menos sabía donde vivia Fischer y me dio unas direcciones casi  idénticas a las que me había dado el pintor francés.

Al día siguiente, titubeante, fui hacia la zona. Pasé por la libreria de viejos que me habían dicho frecuentaba y hablé con el dueño, quien muy amable me dijo que hacía como tres semanas que no lo veía. Llegué frente al edificio que estoy casi seguro era donde vivía Fischer acompañado de su mujer japonesa, pero para entrar se requería un código, los buzones de los apartamentos no tenían nombres y yo no sabía cuál era el suyo. Di unas vueltas alrededor del edificio, que está situado en una colina a unas cuadras al oeste del centro mismo de la ciudad y que tiene una vista impresionante del Monte Esja, que se encuentra al otro lado del fiordo. Nadie entró, nadie salió y al cabo de un rato decidí irme.
Continué intentando establecer otros contactos, pero nada resultaba. Ya en mi último día en Islandia, frustrado, porque había pensado que en un país tan pequeño (el día de mi llegada había nacido el habitante número trescientos mil) localizar a Fischer debía ser fácil, fui al restaurant Sjavarkjallarin, que en su menú tenía “Reno estilo cubano”, pero como no tenía reservación no pude entrar. Me dirigí entonces al Museo Saga, en donde se encuentran las tablas y manuscritos de las sagas islandesas, tan citadas por Borges. A la salida, decidí probar suerte con la ancianita que trabajaba en la recepción del museo, quien con mucha cortesía me dijo que ella había oido que él iba mucho al Grand Rokk, un bar a un par de cuadras del museo. Escéptico me dirigí hacia allá. Cuando entré, el bar me pareció un antro en el cual ya, mucho antes de las tres de la tarde, estaba la barra repleta de rastreros gigantescos con aspecto de vikingos, vestidos con chaquetas y pantalones de cuero, luciendo tatuajes y enarbolando cervezas, amenazadoramente ebrios. Me dirigí al cantinero y le pregunté si sabía algo de Fischer. Era un tipo muy jovial que me dijo que en efecto, éste iba por alli, pero que hacía como dos semanas que no lo veía, que hacía poco habian venido unos ajedrecistas holandeses y no lo habían podido ver. Pedí una cerveza, sin creerle mucho, pero cuando me viré, me di cuenta que al otro lado del salón había varias mesas con tableros de ajedrez. Me acerqué con curiosidad y vi las paredes llenas de pizarrones anunciando eventos culturales, masajistas a domicilio, torneos de ajedrez, funciones de cine alternativo, eventos universitarios y lecturas de poemas. Un hombre ajado y obviamente borracho, me convidó a jugar una partida, pero le dije que no. En ese mismo instante me di cuenta que había perdido mi tiempo buscando en todos los sitios equivocados, que este era el lugar ideal en el cual la sombra de Fischer buscaría refugio, rodeado de contradicciones humanas, lejos del ambiente en el cual se le conocía como un genio, junto a quienes lo tratarían sin darle mucha importancia, quizá como el ser humano que quiso pero que nunca pudo ser. Pensé que ese hubiera sido también el marco ideal para un match entre Fischer y otro “genio malogrado”, el amigo Benjamín Ferrera, muerto en su exilio mejicano años atrás, otro caso de antagonista sin brújula, poeta y jugador de ajedrez, alcohólico sin par.
Me fui de Reikiavik sin ver a Fischer, pero con un mejor entendimiento de lo que fueron sus últimos días. Bobby Fischer murió dieciocho meses despues de mi visita, antes de cumplir los 65 años y sin jugar públicamente ninguna otra partida de ajedrez.

Roberto Madrigal

Saturday, October 1, 2011

Escritura e identidad

En su novela Erasure (University Press of New England, 2001), el narrador Percival Everett (USA 1956) aborda con audacia y originalidad una serie de temas que si bien no son exactamente tabúes en la actualidad, son al menos resbalosos. Son pequeños campos minados que muy pocos se atreven a cruzar.
El personaje central, Thelonious Ellison, apodado Monk, trae ya consigo las obvias referencias a Thelonious Monk y a Ralph Ellison. Novelista y profesor universitario, es un afroamericano contra todo estereotipo. Se describe a si mismo como graduado de Harvard, amante de Mahler, Aretha Franklin, Charlie Parker y Ry Cooder, y aunque de constitución atlética, no juega bien al baloncesto. A pesar de haber sido militante de los Panteras Negras durante su juventud, es hijo, nieto y hermano de médicos acomodados. Ha sido detenido en Georgia, en Arizona y en New Hampshire por el color de su piel y los criticos dicen de una de sus novelas, titulada Los persas, que tiene muy poco que ver con la “experiencia afroamericana”.
Sus narraciones no venden bien y su agente le insiste que escriba un libro al estilo de We’s Lives in Da Ghetto, una novela escrita por una tal Juanita Mae Jenkins, que no solamente se ha convertido en un best-seller gracias a la promoción que le hiciera una popular anfitriona del programa mas visto en la televisión americana, sino que ha sido recibida por la supuesta crítica seria como “la obra maestra de la literatura afroamericana”. De mas está decir que a Monk tanto la novela como la autora se le antojan farsa y farsante.
De visita en su natal Washington debido a una crisis familiar, Monk opta por dejar su cargo de profesor en una universidad californiana en la cual enseña a “inmaduros intelectos sobre formalismo ruso” y al verse en una difícil encrucijada financiera decide escribir, con un seudónimo, una parodia de la novela de Jenkins. Los editores se enamoran de ella y los críticos que son consultados al principio, la toman en serio y la consideran “la gran novela negra” del siglo veintiuno. Le ofrecen jugosos contratos editoriales y le compran los derechos para llevarla a Hollywood. Monk torpedea la publicación insistiendo en que el título tiene que ser Fuck, pero finalmente, para su asombro, se lo aceptan. Lo fuerzan a presentarse en el circuito de presentaciones promocionales para lo cual se disfraza y convierte a su seudónimo en otro personaje, poniendo innumerables requerimientos para presentarse y salvar su anonimato.
Muchas otra cosas pasan en esta excelente novela, que además incluye fragmentos de Fuck y de un ensayo literario de Monk. Ocurren dramas paralelos, situaciones tragicómicas y discusiones sobre arte y literatura. Pudiera parecer que hay demasiado incluido en este libro de solo 294 páginas, pero Everett muestra un dominio absoluto del lenguaje y cruza su enmarañada trama con ironía, imaginación y una inesperada amenidad, sin hacer concesiones al lector. Sus personajes tienen vida propia y están definidos con la necesaria densidad psicológica. A ratos sorprende como Everett es capaz de lograr esto en pocos renglones.
Con este texto el autor enfrenta la paradoja de la identidad en la escritura cuando se proviene de un grupo minoritario que, aunque en este caso es el de la raza negra, se puede perfectamente extrapolar al escritor exilado. La lucha contradictoria entre las necesidades del autor, del editor y del público. Las presiones financieras y el compromiso con el arte. La afirmación de la singularidad en un medio que exige la sumisión a los patrones del grupo. Son asuntos que se agudizan en medio de la globalización y el desmesurado mercantilismo, pero que tienen su parelelo en las sociedades totalitarias.
Se dice que esta es la novela mas autobiográfica de Percival Everett, quien en sus otros libros toca temas que se desarrollan en el oeste americano (Watershed y God’s Country), o la mitología griega (Frenzy). No obstante haber recibido premios del PEN Center y de la American Academy of Arts and Letters, asi como el Premio Dos Passos del año 2010. El autor es poco conocido en los Estados Unidos. Sus cuentos, novelas y noveletas han sido mejor recibidos en Gran Bretaña.
Nunca antes había oido hablar de este escritor, hasta que recientemente esta novela fue reseñada en Babelia, el suplemento cultural de El País, con motivo de su reciente publicación en España, editada por Blackie Books de Barcelona, bajo el título de X. No me costó mucho trabajo encontrar Erasure en los estantes de un Half-Price Books y sus libros pueden conseguirse en la internet a través de los sitios de Amazon y Barnes and Noble. Lo que si es casi imposible es encontarlo en los estantes de las grandes librerias.

Roberto Madrigal